Los muros se construían con mampostería, la mayoría de las veces con dos plantas de altura, aunque algunas hasta alcanzan tres. La organización interna, destaca por estar en torno o al lado de un patio, que no es propia de ella, ni tampoco el contar con una galería abalconada en la planta superior de madera, pero sí el que en su resolución se recurra a una madera excepcional: la tea.
Pisos, techos y, en su caso, los balcones de las fachadas, se resuelven también con entramados de esta misma madera.
Para los huecos, puertas y ventanas, se recurre a prefabricar con la misma tea unos cajones autoportantes y resistentes que permitían evitar los arcos de descarga y, consecuentemente, abrir huecos en cualquier disposición, atendiendo más a la conveniencia interior que a la composición de la fachada, que de esta manera, podía resolverse con gran libertad y sin atender a ninguna simetría.
A mediados del s.XVIII surge en Europa el Neoclásico, que llega a Canarias a finales de la centuria y brilla en la siguiente. Con manifestaciones tanto en la arquitectura religiosa como en la civil.
También predominan las casas de dos plantas y sus características pueden resumirse en la preocupación por la simetría y por la correspondencia vertical de los huecos, que se rematan con frontones triangulares o curvos; en la utilización de balaustres torneados en los antepechos para esconder los tejados tradicionales; y en la aplicación de gárgolas para facilitar la salida del agua de lluvia. También cabe destacar el recurso al hierro, fundido o forjado, en los balcones, que sustituye a la madera.
En las dos últimas décadas del s.XIX y las dos primeras del XX, puede hablarse de casas resueltas con forma a corrientes modernistas y eclépticas, si bien con más influencias europeas que penínsulares. Con todo, en S/C de La Palma no se puede hablar de estilos puros, sino, por el contrario, de soluciones eclépticas que buscan la fusión de distintas corrientes.
En la calle Real, la mayoría de las edificaciones actuales son posteriores al s. XVII, con predominio de las edificadas o reedificadas en el s. XIX. Conviven fachadas de todas las corrientes apuntadas y en cuanto a la calle en sí, también su imagen cambió en este mismo siglo s.XIX, cuando el alcalde mayor de La Palma, Don Juan de la Mata, decretó la pavimentación de la misma.
Como más singulares en este conjunto, cabe señalar, la casa de Arce y Rojas, desaparecida hoy, ya que queda la cantería roja y llama la atención su marcada asimetría. Conserva también el artesonado mudéjar de si primitiva techumbre, el piso del coro y las escaleras de acceso a éste, si bien sustraídos de las miradas del exterior.
Otra casa señalada como hito, es la casa Vélez de Ontanilla, con dos esquinas y una de las fachadas que presenta dos plantas con puertas recercadas de cantería y ventanas con cornisas de madera, y no guarda relación con la fachada de la calle Trasera, con una ventana de ajimez con celosía, ni con la lateral a Blas Simón, en la que sobresalen un horno colgante con cubierta de tejas y el volumen de la caja de la escalera.
En el lado opuesto y un poco más arriba la casa Palacio Salazar, edificada en la segunda mitad del s.XVII, con fachada de piedra, cuenta con un portalón central enmarcado en cuatro columnas salomónicas sobre pilares que soportan un entablamento completo, en el que el frontón, partido, acoje el escudo familiar con el lema: “Soli Deo sit Gloria”. Actualmente adquirido por el cabildo insular.
El zaguán es amplio y el patio no está centrado, lo que no impide que un corredor en la planta alta, adosado a la pared medianera, complete la galería. En el fondo del patio, del lado de poniente, el escalón geológico respalda otras plantas que incrementan la altura y cuentan con unos balcones a lo largo de todo el fondo.
Volviendo a la calle Real, las casas entre el ayuntamiento y la avenida del Puente, componen un conjunto singular. Por ejemplo
En la actualidad el patio visitable de la casa Cabrera constituye una cavidad más que ensancha la mirada.
Pasado el puente sobresale la fachada de la casa Fierro en la acera izquierda que data de los comienzos del s.XIX y hoy es sede del Real Nuevo Club. Resta de la fábrica primitiva la fachada, la escalera y poco más.
Del lado opuesto, la intrusión de las participaciones excedidas de la antigua calle de la Cuna. Continuando el camino y volviendo la mirada del lado poniente, despliega su fachada “La investigadora”, nombre de pila de otra sociedad recreativa, el Casino, que comparte con el Club protagonismo en la vida social de la ciudad.
En la placeta de Borrero, destacan las fachadas de casas diversas.
El tránsito por el callejón que lleva a la avenida Marítima ofrece la sorpresa de los balcones “clandestinos”
En el tramo de la calle, primero horizontal y después ascendente, que discurre hasta las Cuatro Esquina, alternan casas de distinta factura y algunas fachadas de interés con callejones angostos.
De las Cuatro Esquinas hasta la Alameda se localizan fachadas de la arquitectura más tradicional, alguna como la casa Castro con la particularidad de disponer de los huecos con total libertad, seis en la planta baja y cinco (uno, central, con balcón de forja descubierto) en la alta, ya que no respetan la simetría.
Para muchos, no hay duda de que una de las características principales de la arquitectura canaria en la ciudad sea la verticalidad, que se denota en la distribución de sus aberturas, en la forma de sus ventanas, en las cadenas angulares repartidas en las extremidades de sus fachadas, verticalismoa veces acentuado por el contraste que ofrecen los grandes miradores y los largos balcones horizontales.
Otros decían que lo que llamaba su atención era su estrechez y altura y así debieron de ser las primitivas, en tanto que las que se fueron reedificando fueron recurriendo a solares resultantes de la unión de dos o más de los de las parcelas primitivas.
Construidas con paredes de mampostería y pisos y cubiertas de madera, estas últimas para ser rematadascon tejas acanaladas de barro (teja árabe), las fachadas respondían a la elementalidad de un muro en la que los huecos se hacían altos y estrechos, para no debilitar la fábrica y resolver los dinteles sin mayores complicaciones. En el caso de recurrir a los balcones, su estructura se apoyaba en la prolongación de las vigas transversalesde la primera crujía paralela a la calle, con el tradicional recurso a los canes y canecillos o a los jabalcones que permitieran extender el vuelo y el empleo de los pies derechos para soportar las cubiertas de las galerías de los patios.
El origen del balcón, con celosías para ver sin ser visto, a pesar de estas reminiscencias que algunos identifican con el África musulmana, tiene que ver más con la Europa mediterránea y llega a Canarias a través de los pobladores españoles y portugueses.
Las nuevas corrientes imponen un formalismo, con una preocupación por la simetría, y son percibidas por la burguesía como un signo de estatus que facilita la ostentación con tendencia a encontrar formas más imaginativas y de mayor riqueza ornamental. Constructivamente, la mampostería cede paso al hormigón la teja se sutituye por la azotea. También se importan azulejos de Sevilla, se sigue utilizando el hierro en barandillas y balcones y se acoge con entusiasmo el cristal, normalmente coloreado y con el que se juega en interiores y fachadas. Sin embargo hay que señalar que en La Palma, el Modernismo ni arraiga ni alcanza la difusión que tuvo en las otras islas.
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